Presentación
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- Domingo, 07 Agosto 2011 09:11
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Esta Fundación no debería existir pero el azar, esa pelota que cae o no en la red de la vida (Woody Allen dixit en su Match Point) – a un lado u otro- la desgracia, la mala suerte, los muchos interrogantes de esta existencia entre tantas sombras y algunas luces hace que lo que no debería existir exista. Es, está, será. Una Fundación con el nombre de dos seres humanos que no están pero son carne de recuerdo, camino abierto de añoranzas, sangre caliente de hijos nunca olvidados, pues CARLOS SALVADOR y BEATRIZ, se encuentran bien presentes a cada hora y a cada minuto en unos padres que no se han encerrado en la concha de su clara soledad, en el caparazón de su casi justificado egoísmo sino que sacando fuerzas de flaqueza – y nunca la frase ha sido más auténtica- han salido, cara a cara, contra la vida pues “es posible luchar con la vida en contra” y han puesto su cuerpo y su alma a trabajar, codo con codo, con los demás, para hacer mejores a los otros y crear, con energía y entusiasmo, un mundo más justo, más solidario, más de todos.
¿Palabras? Claro que son palabras. Nada hay más bello que las palabras cuando tratan de explicar el ser y estar de una Fundación que lleva el nombre de dos seres que a sus 27 y 25 años se fueron de esta vida en un terrible accidente de tráfico. El nacimiento- siempre motivo de esperanza- de Carlos Salvador y Beatriz, Fundación Canaria, tiene su antecedente trágico.
Salvador y Aurora no han querido sólo limitarse a que se conociera la obra literaria póstuma de su hijo (tres libros y dos ediciones) sino que desean, además, que el espíritu solidario y generoso que Carlos y Beatriz poseían y practicaban, se siga expandiendo a través de la fundación que lleva sus nombres.
Esta Fundación nace después de morir. Vida y muerte, el único, el eterno dilema. Y como escribió uno de sus protagonistas, Carlos Salvador: “No cabe duda de que lo permanente en nosotros es la muerte, y más tarde disputable, arañable, a partir de ella, la vida”.
Siempre a la espera de irme
mirando la ventana
las maletas preparadas
el olor provisional (mortal) del fregado
con la necesidad de saber
que nunca estaré al menos
un tanto
triste
mirón
desolado
yo
peor que muerto
inacabado
Carlos Salvador
(Duelos del extranjero ilimitable)